martes, 21 de septiembre de 2010

El Karma...

El karma, ¿qué es eso? Puede ser mi nombre pronunciado en alemán. O a lo mejor se trata de una nueva moda. Parece que todo el mundo tiene derecho a escribir párrafos de tu vida y no sólo eso, juzgarte por tu manera de existir y reclamarte cual cura que negocia tu absolución por un par de extintas oraciones.
Orientar tu cama hacia el norte para dormir más tranquilo. ¿Es un nuevo invento comercial? Mirando hacia el hemisferio de las economías cómodas, de bolsillos amplios pero con corazones estrechos. Fingir que lo emergente es un antónimo de humanidad. ¡Si Budha levantase la cabeza! 


Resulta de lo más moderno hacer referencia a alma como si de un complemento se tratase. Se no has olvidado la manera de sentir y eso, es lo que más me preocupa. ¿Cambio climático? Sí puede que exista, puede que estemos asesinando al planeta poco a poco. Pero, lo que es más triste, nos estamos envenenando a nosotros mismos. Los unos a los otros y ya no entendemos de moralidades sino de molaridades para calcular la concentración exacta para aniquilar al adversario. El mundo se ha vuelto un escenario bélico dónde el insulto y la humillación son mucho más caústicas que la bomba atómica. 


http://www.youtube.com/watch?v=NlQhgdVsuI4


El karma, un nuevo icono explotado a la máxima potencia. Como hacemos con absolutamente todo lo que nuestras manos rozan, lo atraemos con nuestros cánticos de libertad, con nuestras ofertas y demandas y después el chantaje es tan perfecto que la víctima no tiene más remedio que diagnosticarse a sí misma un síndrome de Estocolmo. 
Se nos ha diseñado para sentir. Esa es la simple y llana razón por la que nuestra especie se diferencia del resto: Porque hemos creado otra realidad, que supera cualquier fisiología y es capaz de enloquecer a cada uno de nosotros. Y nos hace que, lloremos cuando creemos que nadie nos ve. ¿Es que se ha vuelto la humanidad tan cuerda que se ha olvidado de nuestro principio básico? Ese es el verdadero Karma, la energía que se nos entrega, intacta, cuando nacemos. Y que nosotros moldeamos a veces, y otras tantas la ignoramos.


Si estamos tan preocupados por canalizar la energía positiva, la que nos conduzca a una felicidad sublime...¿Por qué no economizamos también el Karma? Seguro que numerosos especuladores están intentando coaccionar a algún monje tibetano que todavía tiene heridas infectadas por ideas comunistas.
Economizar el alma supondría aguardar siempre un beneficio. Y ese es el mayor error, creer que el Karma consiste en optimizar los sentimientos. Porque, afortunadamente, no tenemos la capacidad suficiente para dominarlos. ¡Bendito terreno el del alma que jamás se verá invadido por la raza humana!
Las carencias afectivas son las que inducen al ser humano a no ser humano. Regresar a los instintos animales dentro de unos escenarios tan poderosos como en los que se han convertido nuestras casas,nuestras ciudades, nuestra comunidad, nuestro país o nuestro mundo, nos está condenando lentamente. ¡Que nuestros ojos que han mirado sin actuar traten de caminar entre tal desastre!



No hay comentarios:

Publicar un comentario