martes, 2 de noviembre de 2010

De Madrid, al cielo...

Siempre pensé que la gente exageraba cuando hablaba de síndrome post-Madrid y ahora, me lo he autodiagnosticado. Madrid, la capital de España también es ahora la capital de mi felicidad. La extraño tanto, que me he dedicado a recopilar una banda sonora para que me ayude a sobrellevar esta ausencia. Más bonita que ninguna, no por su interés arquitectónico, sino por el ambiente que allí se respira. Madrid es capaz de engrandecerte el alma. Madrid, que dentro de su caótica estructura, encuentras la paz que necesitas. Una parte de mi corazón se quedó en la capital española.
¿Cómo me curo la resaca de los domingos sin unas tapas en La Latina? ¿Cómo grito al Real Madrid si no estoy en el Santiago Bernabeu? ¿A dónde voy cuándo estoy triste si no tengo un Barrio de las Letras? ¿Qué  es un bar si un tercer tiempo previo con el equipo de rugby del Chaminade? ¿Qué hago yo sin mi ritmo cubano en el corazón de Sol? Madrid todavía se puede observar en mi mirada. Mis labios todavía juran en madrileño. Soy una de esas afortunadas que ahora puede afirmar: "Siempre me quedará Madrid".
Y como dice la canción, en Madrid una se siente una emperatriz. Puedo sentir dentro de mí, todavía, ese murmullo urbano constante, que te incita a ser la pirómana que haga arder la capital. Madrid, en Suecia se piensa mucho en ti. Por tantas lecciones que aprendí entre tus calles. Por tantos amigos que ahora duermen bajo tu mirada. Porque mi apellido se forjó en tu barrio de Salamanca. Porque sólo tú sabes cómo desafiarme. Madrid, necesito verte. Que estemos las dos solas, sin nada qué decir, sólo construyendo recuerdos y refrescando anécdotas. 
Madrid, mi aliada fiel para esta escasa economía, esta sed de veinte años, esta necesidad de dejar huella en cada obra que interpreto. Madrid, ¡qué grande eres! 



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